4/8/2024

Validación de Sentimientos y Demencia

¿Cómo surge el método de validación en las personas con demencia?

Naomi Feil, una educadora social estadounidense con una gigantesca trayectoria en la atención a personas con demencia, desarrolló un método de atención radicalmente distinto del que se venía aplicando hasta el momento.  Entendió, en primer lugar, que la institución no podía seguir ajustando el comportamiento de estas personas a su conveniencia y, en segundo lugar, que este tipo de conductas que pretendían ser ajustadas sucedían por un motivo (aunque la persona ya no pudiera expresarlo) y que si se abordaba correctamente se contribuía a la satisfacción tanto de la persona como de la persona que cuida.

Feil, piensa que las alteraciones de conducta que se producen en personas muy mayores son sencillamente la expresión de sus sentimientos. Que, en algunas personas, el recuerdo de asuntos no resueltos psicológicamente durante etapas más jóvenes da lugar a conflictos emocionales en los últimos momentos de la vida (basándose en la teoría de Erik Erikson). Por tanto, permitir la expresión de estos sentimientos (validarlos) ayuda también a la gestión del conflicto emocional o, al menos, al alivio de sus síntomas.

Contemplar esa expresión de sentimientos como algo válido, significa aceptar a la persona y a su historia de vida. Por el contrario, lo que sucede cuando se intenta evitar, corregir o reprimir esa expresión, por parecer inapropiada al contexto, es que se genera más frustración y desesperación en la persona.

Como todas las teorías, la que sustenta el método de validación de Naomi Feil puede tener sus limitaciones. Erikson, de corte psicoanalista, realizó aportaciones muy notorias al entendimiento de la psicología, pero sus afirmaciones no explican todo. Al mismo tiempo, el método de validación fue pensado para los muy mayores y desorientados. Sin embargo, uno no puede evitar ver que no es el único colectivo que presenta estos problemas.

Se suele ver, que las limitaciones a la autonomía de la persona generan frustración emocional (lógico, ¿verdad?) y que esta frustración no siempre puede ser canalizada de manera correcta.

En personas muy mayores y desorientadas, desde luego, el no poder ir al WC cuando tienen la urgencia fisiológica y no pueden pedirlo o dependen de una tercera persona que no puede ayudarles, con alta probabilidad genera un comportamiento que no es el esperable en una sala común. Estudiar de manera aproximada el ritmo natural de evacuación de esta persona y ajustar sus acompañamientos al WC producirá un descenso notorio en la frecuencia de aparición de este comportamiento.

Paralelamente, se puede observar una alta concurrencia de síntomas de ansiedad y depresión en fases iniciales de las demencias, cuando las personas se encuentran aún orientadas. Está por ver si estos síntomas se producen a consecuencia de los desajustes neurales que tienen lugar en una demencia, por el impacto emocional de la pérdida cognitiva o por la combinación de ambas. De cualquier forma, no es extraño pensar que, quien percibe que está perdiendo las facultades mentales y/o recibe la noticia de una demencia, puede experimentar miedo o tristeza.

Entonces, ¿Este método es útil?

El método de validación de sentimientos en las personas con demencia SÍ es ÚTIL.

Es útil para entender que los comportamientos de las personas tienen un motivo. También para saber que, si conseguimos averiguar qué sucede, la tarea de cuidar se nos hará mucho más fácil.

Expongo un par de ejemplos prácticos:

Ejemplo 1: Como se ha sugerido antes, podemos encontrarnos con que una persona rechaza realizar una actividad que siempre le ha gustado porque ya no puede hacerla como antes. Su comportamiento puede ser inapropiado, siendo hostil hacia la situación y expresando: “Esto no vale para nada, es una tontería, etc.”. Sin embargo, nos está diciendo: “Ya no me veo capaz y siento ira y tristeza; me encuentro de mal humor”.

Una respuesta habitual por parte del cuidador sería ignorar que se trata de una expresión emocional y tratar de ajustar su conducta: “Esto no se dice, no hables de esta manera, tienes que hacer esta actividad, etc.”. Una validación implicaría explorar qué sucede: “¿Te sientes bien? ¿Estás disgustado/a por algún tema?” y aportar comprensión: “Entiendo, te sientes mal con esta situación, ¿verdad?”. La persona sentirá satisfacción por sentirse comprendida y alivio por poder expresar qué le pasa. Seguidamente, cuando haya mejorado su estado anímico, se podrá intentar vincular a la persona a una actividad que se ajuste mejor a sus necesidades o aportándole más ayuda.

Ejemplo 2: Acercándonos más al planteamiento original del método, podemos estar cuidando de una persona que lleva a cabo un comportamiento sexualmente desinhibido. Mientras que la respuesta habitual conllevaría reprender este comportamiento y decir: “Esto es una obscenidad, etc.”, la validación da lugar a una actitud más comprensiva, en la que se puede preguntar: “¿Echas de menos a tu esposo/a?” y llevar a la persona su habitación para que pueda tener un espacio de expresión sexual seguro e íntimo.

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